Ambos trastornos provocan la pérdida progresiva de las neuronas del sistema nervioso, pero se manifiestan de forma distinta. Por un lado, la demencia frontotemporal, que afecta a cerca de 1.000 personas en Cataluña, se caracteriza por síntomas como cambios de comportamiento o dificultades en el lenguaje. Mientras que, en el Alzheimer, enfermedad que tienen 100.000 pacientes en Cataluña, los síntomas más frecuentes son los olvidos y la afectación del lenguaje, la orientación o la capacidad de hacer cosas.
Las demencias frontotemporales no son una única enfermedad neurológica, sino una familia de enfermedades que tienen en común la neurodegeneración y atrofia selectiva de los lóbulos frontales y temporales del cerebro. Sus principales formas clínicas son la demencia frontotemporal variante conductual, la afasia primaria progresiva agramatical y la afasia primaria progresiva variante semántica.
En cambio, el Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa que provoca que el sistema nervioso no pueda realizar su función con normalidad. Las personas que tienen la enfermedad viven de media entre 8 y 10 años desde el diagnóstico, pero su duración puede ser mayor, de hasta 20 años.
¿Cuáles son las diferencias en el tratamiento de estas demencias?
Con la demencia frontotemporal, al igual que con el Alzheimer y otras enfermedades neurodegenerativas, no existe una cura ni un tratamiento específico que pueda evitar que estas avancen, pero sí tratamientos que ayudan a controlar sus síntomas.
Tratamientos no farmacológicos
En cuanto al abordaje no farmacológico de las demencias frontotemporales, la gestión de las conductas implica comprender que son síntomas de la enfermedad, no rasgos del paciente, ya que los cuidadores pueden tener la sensación de que el enfermo "no es la persona que conocían”. Para la apatía propia de la enfermedad existen estrategias proactivas, como formular preguntas abiertas y adaptar entornos. Por último, la logopedia se recomienda para abordar las alteraciones del habla y recuperar las capacidades lingüísticas.
En el caso del Alzheimer, existen programas regulares de ejercicios mentales y físicos que demuestran ser cruciales para ralentizar la declinación cognitiva adaptados a las diferentes fases de la enfermedad. Además, mantener una alimentación adecuada y controlar factores de riesgo vascular contribuyen al bienestar del paciente.
Tratamientos farmacológicos
En el caso de la demencia frontotemporal, los fármacos disponibles, centrados en opciones sintomáticas, son los antidepresivos, que buscan estabilizar emociones y facilitar la gestión de conductas desafiantes y , por otra parte, los antipsicóticos como la quetiapina, la risperidona y la olanzapina, que son útiles en el control de síntomas conductuales.
Actualmente hay dos grupos de fármacos disponibles específicos para el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer que actúan sobre las consecuencias del proceso neurodegenerativo. Por un lado, los inhibidores de la acetilcolinesterasa, como el donepezil, la rivastigmina y la galantamina, que proporcionan un alivio sintomático, aunque con posibles efectos secundarios gastrointestinales. Y, por otro lado, la memantina, que muestra eficacia en estadios moderados y graves, a pesar de la posibilidad de causar mareos y confusión.
La confusión entre Alzheimer y demencia frontotemporal, desde una perspectiva científica, se puede atribuir a la diversidad de causas, la superposición de síntomas y la progresión gradual de las enfermedades. Además, son enfermedades que pueden conllevar un importante impacto emocional tanto para el paciente como para su familia que pueden ver cómo el carácter y personalidad de la persona que la tiene cambia como consecuencia de la neurodegeneración.